martes, 3 de julio de 2018




Vuela, 2017




El silencio, ese breve espacio entre la palabra y la muerte, ha tomando la dimensión de una escalera con la velocidad de un elevador. Tantas cosas han muerto, aunque sigan vivas, en el fondo de mi mar no serán más que dedales de oro, que brotaron una temporada. Último piso, azotea. Abres la puerta y las palomas se echan al mar. Sales, respiras, miras la ciudad. Tratas de no sucumbir a la pulsión de ubicar un hogar. ¿Qué es un hogar? se pregunta un hijo luego de besar por última vez a su madre muerta. Habrá que construirlo o dejar que entre la maleza y la oscuridad tapie las ventanas. Habrá que podar y restablecer la luz.



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