viernes, 16 de julio de 2010
de Bracea
No hay estrellas.
No.
No hay.
Yo quería que hubiese para prenderme y apagarme.
Pero esta noche, no.
No hay.
Ni una sola.
Ni una.
Se ha forrando de nubes el cielo.
Se revuelcan, abrazan, besan, funden, animalmente las nubes.
Y detrás vienen más, y más, hasta que forman un mar gris.
Cuando las nubes están grises, agrisan el mar. También el pueblo.
La vida me escucha mejor que cualquiera.
Si le pido que se nuble, se nubla.
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