martes, 4 de septiembre de 2012

del libro Nada, Lom Ediciones 2004













Cuando se seca el río, apenas queda un largo brazo hendido de piedras y musgo. 

Algo parecido al vacío necesario para que las palabras se acumulen y luego se 

marchen.

El agua corre contra las piedras, arrastrando a las más pequeñas. 

La roca en cambio ha quedado en mitad del río. 

En ella se golpean las aguas y crece el musgo y otras piedrecillas se adhieren. 

Capa a capa de piedra se fue enancando para sentir el calor del sol. Aparte del 

calor del sol y el frío del agua no siente nada. El corazón de la roca tiene la forma

de la roca. Tal cual la roca se ha formado, se ha formado el corazón. 

Podría decirse que ninguna parte de la roca se desprende de su corazón. 

La roca en sí misma es su propio corazón. 

El corazón de la roca es sordo y todo le rebota. 

Cada vez que la roca ha querido dejar de ser roca, el río la ahoga o abandona. 

El río no siente lo que siente la roca. No podría sentirlo. 

Se está marchando constantemente. 

La roca sin embargo se queda. 

Aunque se secase el caudal completamente. 

Aún cuando despertase en mitad del desierto. 

Nada, Lom ediciones